Keir Starmer se enfrenta al comienzo de un curso político mucho más inestable y complicado de lo que hubiera deseado. La dimisión de la vice primera ministra y número dos del Partido Laborista, Angela Rayner, debido a un impago de impuestos que ha salido a la luz estos días, abre una crisis con ramificaciones múltiples, en un momento en el que la popularidad del primer ministro británico está por los suelos entre los votantes de izquierda y la amenaza de la derecha populista es más fuerte que nunca.
La renuncia abre una nueva crisis en el Gobierno de Keir Starmer, cuya popularidad está en descenso
La renuncia abre una nueva crisis en el Gobierno de Keir Starmer, cuya popularidad está en descenso


Keir Starmer se enfrenta al comienzo de un curso político mucho más inestable y complicado de lo que hubiera deseado. La dimisión de la vice primera ministra y número dos del Partido Laborista, Angela Rayner, debido a un impago de impuestos que ha salido a la luz estos días, abre una crisis con ramificaciones múltiples, en un momento en el que la popularidad del primer ministro británico está por los suelos entre los votantes de izquierda y la amenaza de la derecha populista es más fuerte que nunca.
Rayner compró este año en la localidad costera de Hove, al sur de Inglaterra, un apartamento por 800.000 libras (poco más de 920.000 euros o en torno a un millón de dólares), por el que pagó un impuesto de Actos Jurídicos Documentados (Stamp Duty, se conoce en el Reino Unido) por un valor de 30.000 libras (34.500 euros). Esa es la cantidad debida en el caso de que se trate de una primera residencia. Pero la ley tributaria británica exige una cantidad más elevada si la compra es por una segunda residencia. Aquí es donde se complica todo para Rayner, una política adorada por las bases más a la izquierda del partido y por los sindicatos, donde comenzó su trayectoria pública.
Uno de los hijos que tuvo en su anterior matrimonio nació prematuramente, por una negligencia de la sanidad pública. La indemnización recibida fue consignada en un fideicomiso a nombre del menor, al que cada uno de los miembros del matrimonio cedió además parte de su propiedad del piso que compartían en Manchester. Era el modo de asegurar que el menor, junto a sus hermanos, tuviera garantizado un futuro cómodo en ese hogar.
Al tratarse aún de un menor, la ley inglesa sigue considerando a efectos fiscales que la vivienda es propiedad de Rayner, y que por tanto debería haber pagado unas 70.000 libras (unos 80.000 euros) de impuestos, todo se ha complicado para la política. Starmer respaldó a su ministra (también está al frente del Ministerio de la Vivienda, paradójicamente) en un principio, al creer la versión inicial de había recibido asesoría fiscal errónea de al menos tres profesionales antes de realizar su compra.
En las últimas horas, esa asesoría ya no estaba tan clara. El asesor independiente del Gobierno para Asuntos Éticos e Incompatibilidades, Laurie Magnus, ha entregado finalmente este viernes los resultados de su investigación, que concluye que Rainer no cumplió con sus obligaciones legales y por tanto con el código ministerial que están obligados a cumplir todos los miembros del Gobierno.
Se abre ahora un periodo convulso para Starmer, que pierde un peso pesado en su equipo, y para el Partido Laborista, que debe abrir un proceso de elección del número dos en un momento en el que las corriente más a la izquierda de la formación querrá controlar más poder y frenar las decisiones políticas y económicas del primer ministro.
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Sobre la firma

Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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