Se cumple un sueño y hasta sus artífices parecen no acabar de creérselo. Recorriendo esta mañana el nuevo teatro La Fàbrica, entre el tráfago de los últimos retoques que han de dejarlo listo para la inauguración de mañana martes, Albert de la Torre, su alma y codirector, no cabía en sí de satisfacción (y mira que le caben albóndigas) y los ojos le hacían chispitas. Tras ocho años empeñados en convertir el pequeño Teatre La Gleva, de entre 50 y 80 localidades e inaugurado en octubre de 2017 en la calle del mismo nombre, en un espacio de referencia en Barcelona, De la Torre y sus colaboradores, un extenso grupo “transversal” de artistas de diferentes generaciones, abren ahora la ilusionada ampliación de aquel proyecto, de aquel sueño.
El local de la plaza Mañé i Flaquer, con capacidad para cerca de 300 espectadores, se suma a la pequeña sala vecina La Gleva para componer los Teatres del Farró, nuevo polo escénico de Sant Gervasi
Se cumple un sueño y hasta sus artífices parecen no acabar de creérselo. Recorriendo esta mañana el nuevo teatro La Fàbrica, entre el tráfago de los últimos retoques que han de dejarlo listo para la inauguración de mañana martes, Albert de la Torre, su alma y codirector, no cabía en sí de satisfacción (y mira que le caben albóndigas) y los ojos le hacían chispitas. Tras ocho años empeñados en convertir el pequeño Teatre La Gleva, de entre 50 y 80 localidades e inaugurado en octubre de 2017 en la calle del mismo nombre, en un espacio de referencia en Barcelona, De la Torre y sus colaboradores, un extenso grupo “transversal” de artistas de diferentes generaciones, abren ahora la ilusionada ampliación de aquel proyecto, de aquel sueño.
Juntos, el Teatre La Gleva y el Teatre La Fàbrica, en la plaza Mañé i Flaquer, separados por unas pocas manzanas, componen los Teatres del Farró, denominación que hace referencia al barrio en que se encuentran, el Farró, uno de los componentes (Putxet-Farró) del distrito de Sarrià-Sant Gervasi. Entre los dos, van a ofrecer esta temporada 30 espectáculos, con un total de más de 500 representaciones.
La Fàbrica, a la que se accede por una puerta que parece la de un garaje para a través de un pasillo donde estará el bar llegar hasta la sala polivalente, con un aforo de entre 250 y 300 butacas y capaz de dividirse en dos, una pequeña y otra grande, se va a inaugurar con Freshwater, una comedia de Virginia Woolf, la única obra de teatro que escribió la autora de Las olas. El espectáculo con traducción y dirección de Albert Arribas y dramaturgia de él mismo y Lluïsa Cunillé (que ha añadido un prólogo y un epílogo), cuenta con un amplio reparto de diez artistas y amigos de la casa: Pep Munné, Míriam Alamany, Paula Blanco, Cristi Garbo (y su perrita Lala), Antònia Jaume, Carles Martínez, Marta Ossó y los propios Albert de la Torre, de 60 años, y su hijo de 26 años y codirector Daniel de la Torre, sin olvidar a Mario Gas que encarnará a la reina de Inglaterra.
Freshwater (a play) es una comedia “muy loca” que satiriza la era victoriana y que la Woolf comenzó a escribir, según ha explicado hoy Arribas, en 1923 pero no acabó hasta 1935, y que en su planteamiento parece un chiste: se juntan una fotógrafa, un filósofo, un pintor, un poeta y una actriz (y un mono, al que encarna Lala) y pasan el rato en un aparente reducto de paz y tranquilidad lejos de la ciudad. Pero esos personajes son figuras muy conocidas del mundo cultural victoriano: entre ellos nada menos que el poeta Alfred Lord Tennysson, el pintor y escultor simbolista George Frederick Watts (el autor de la famosa Hope) y la propia tía abuela de la Woolf, la fotógrafa Julia Margaret Cameron. De hecho, la obra se titula por el nombre de la localidad de la isla de Wight donde Cameron vivía en una atmósfera bohemia en su casa de Dimbola Lodge rodeada de artistas y figuras literarias como los citados hacia 1860.
La obra trata de los intentos de una joven actriz, Ellen Terry, que llegaría a ser una de las grandes intérpretes de Shakespeare (y madre de Gordon Craig), para escapar —mediante un joven teniente de la Marina— de su matrimonio con el mucho mayor Watts, una situación que alude a la lucha de los miembros del grupo de Bloomsbury para romper con las convenciones de sus mayores victorianos, incluidas las de género.

En la pieza, los Cameron (Julia Margaret y su marido Charles Henry Hay Cameron) van a embarcar hacia la India con la idea de morir y ser enterrados allí, para lo cual piensan llevarse ataúdes de buena madera inglesa que no se puedan comer los insectos del subcontinente. “La obra deriva en un delirio, con una dimensión onírica, una segunda realidad que rompe las convenciones teatrales de la época y muestra un camino para la renovación de las artes”, ha explicado Albert Arribas. El director ha recordado cómo Ionesco la leyó y la representó en los años setenta del pasado siglo y ha señalado que algunos diálogos se parecen en su modernidad a los del teatro de la Cunillé. Freshwater es una obra muy poco representada por su dificultad, ha recalcado. Incluye un juego con la precariedad de medios y un tono a ratos de sainete, y es también “un homenaje al teatro”. El espectáculo dura una hora y veinte minutos.
Los De la Torre padre e hijo y Albert Arribas han destacado que La Fàbrica, que ha sido “muy bien recibida en el barrio”, quiere mantener “el componente informal, irreverente y anti esnob de La Gleva” en el nuevo espacio, en la consideración de que hay “un exceso de formalidad” en el teatro barcelonés. Freshwater y la fiesta inaugural del nuevo local quieren hacer gala de esa informalidad en el sentido de quitar solemnidad y apostar por la proximidad (i.e., las famosas albóndigas de Albert de la Torre cocinadas en el teatro). Al acabar la representación inaugural se ofrecerán un par de sorpresas: un pequeño espectáculo de reflexión de la Cunillé sobre la figura de la actriz como regalo, y una visita guiada a La Fàbrica y su larga historia, que incluye su época como la fábrica Numax, su proyecto fallido de autogestión obrera durante la transición y el documental de 1980 de Joaquim Jordà (Numax presenta…), pagado con la caja de resistencia.
Por su parte, La Gleva inaugurará temporada el miércoles con A mans lliures, del marionetista y alma del recordado teatro Malic, Toni Rumbau.
Los Teatres del Farró tienen de momento una dirección bicéfala (los dos De la Torre) a la que se añadirá un gerente. Cuentan también con un ”consejo de dirección informal” compuesto por todos los amigos y colaboradores y “un gran abanico de complicidades” en la profesión. Las salas del nuevo teatro llevarán nombres distintos para cada espectáculo, como Jordi Ollé, Jordi Mesalles o Ricard Salvat. No descartan que puedan denominarse también Albert Boadella o Joan de Sagarra.
Feed MRSS-S Noticias