Las abejas son unos insectos esenciales para la alimentación humana. Más allá de la producción de miel, su trabajo polinizador resulta infinitamente mayor por su contribución a los cultivos agrícolas. Aunque económicamente resulte invisible, Greenpeace calcula que la aportación de las abejas a la humanidad supone un impacto de unos 265.000 millones de euros anuales en el mundo. Otros insectos, como la larva Black Soldier Fly (mosca negra soldado), se utilizan como ‘obreras’ en la transformación industrial de residuos en recursos como una solución innovadora de economía circular en la producción de harina proteica para la alimentación animal, fertilizante orgánico y aceite que puede utilizarse como biocarburante y, pronto, también podría destinarse como componente en cosmética y medicamentos.Dapibus, que en latín significa proteína, es el nombre del mayor centro de biotransformación circular automatizado de España. Con una planta de 3.000 metros cuadrados de superficie situada en Abrera (Barcelona), procesa más de 17.000 toneladas de residuos procedentes de la industria agroalimentaria. Se trata principalmente de vegetales (frutas y verduras), pero también lácteos, pan y bollería que sirve como dieta de engorde de larvas durante once días antes de procesarlas para convertirlas en harinas y grasa destinada a la alimentación animal, tanto de compañía (petfood) como para granjas de engorde de porcino, avicultura y piscifactorías del sector de la acuicultura.La larva Black Soldier Fly desempeña un papel fundamental en los procesos de biotransformación por su capacidad natural para convertir residuos orgánicos en productos de alto valor añadido. Además, contribuye a cerrar el ciclo y fomenta la economía circular con menos agua y espacio que otras fuentes de proteína animal , ya que su sistema digestivo es tan eficiente que puede descomponer en pocos días una amplia variedad de subproductos que representan un desafío para la industria alimentaria, sin necesidad de químicos y con un impacto ambiental nulo.Noticia Relacionada estandar No El sector alimentario exprime la innovación para sorprender con texturas y sabores nunca vistos Belén Rodrigo Nanotecnología, IA, técnicas físicas emergentes, impresión 3D… La tecnología es clave para entender y dar respuesta a los nuevos gustos del consumidorEn Dapibus también trabajan el alperujo, un residuo pastoso o semisólido de la extracción de aceite de oliva, compuesto por piel, pulpa y hueso de la aceituna, junto con agua de vegetación y restos de aceite. Se trata de un subproducto de las almazaras, y aunque presenta retos medioambientales, se utiliza para producir energía, compost y como alimento animal. «Todo esto lo hacemos con un impacto mucho menor comparado con la producción de otras proteínas tradicionales y sin generar residuos porque aprovechamos todo en el proceso», asegura Alex Segura, CEO y cofundador de de Dapibus.De la larva de la mosca negra soldado lo aprovechan todo. En el proceso de engorde, pasteurizan su defecación para eliminar patógenos que convierten en pellets para abono orgánico en la agricultura ecológica . La biotecnológica también ha empezado a realizar pruebas con las grasas que genera el proceso, convertidas en un aceite que por encima de los 28 grados es líquido y tiene buenas propiedades como biocarburante. «Ya hemos realizado las primeras pruebas y tenemos ofertas de empresas que refinan el aceite para biocarburantes», señala Segura.Tanto el proceso biológico como el industrial de Dapibus está automatizado, de modo que se puede escalar y llegar a construir plantas mucho más grandes «que permitan rebajar costes, ser más eficientes y competitivos», apunta el CEO de la compañía. La incorporación de herramientas avanzadas como el análisis de datos, inteligencia artificial , biología y un control preciso de parámetros ha permitido optimizar el engorde de las larvas y mejorar la calidad de los productos obtenidos. Además, aspiran a diferenciarse con productos de mejor calidad y vías de negocio más cualitativas. Para lograrlo, colaboran con centros de I+D como el Barcelona Supercomputing Center, la Universidad Francisco Vitoria y el IQS con el objetivo de obtener aplicaciones veterinarias, en cosmética y el sector farmacéutico,Segura añade que con la planta de Abrera, que ahora trabaja al máximo rendimiento en un solo turno, pero que se puede ampliar hasta completar cinco turnos, «no solo avanzamos en la producción de proteínas alternativas de manera más eficiente, sino que lideramos una transformación hacia un modelo industrial más sostenible. Este centro –añade– demuestra cómo la innovación puede ser la respuesta a los retos medioambientales, cerrando el ciclo de los residuos y ofreciendo soluciones que contribuyen a un futuro más responsable». Las abejas son unos insectos esenciales para la alimentación humana. Más allá de la producción de miel, su trabajo polinizador resulta infinitamente mayor por su contribución a los cultivos agrícolas. Aunque económicamente resulte invisible, Greenpeace calcula que la aportación de las abejas a la humanidad supone un impacto de unos 265.000 millones de euros anuales en el mundo. Otros insectos, como la larva Black Soldier Fly (mosca negra soldado), se utilizan como ‘obreras’ en la transformación industrial de residuos en recursos como una solución innovadora de economía circular en la producción de harina proteica para la alimentación animal, fertilizante orgánico y aceite que puede utilizarse como biocarburante y, pronto, también podría destinarse como componente en cosmética y medicamentos.Dapibus, que en latín significa proteína, es el nombre del mayor centro de biotransformación circular automatizado de España. Con una planta de 3.000 metros cuadrados de superficie situada en Abrera (Barcelona), procesa más de 17.000 toneladas de residuos procedentes de la industria agroalimentaria. Se trata principalmente de vegetales (frutas y verduras), pero también lácteos, pan y bollería que sirve como dieta de engorde de larvas durante once días antes de procesarlas para convertirlas en harinas y grasa destinada a la alimentación animal, tanto de compañía (petfood) como para granjas de engorde de porcino, avicultura y piscifactorías del sector de la acuicultura.La larva Black Soldier Fly desempeña un papel fundamental en los procesos de biotransformación por su capacidad natural para convertir residuos orgánicos en productos de alto valor añadido. Además, contribuye a cerrar el ciclo y fomenta la economía circular con menos agua y espacio que otras fuentes de proteína animal , ya que su sistema digestivo es tan eficiente que puede descomponer en pocos días una amplia variedad de subproductos que representan un desafío para la industria alimentaria, sin necesidad de químicos y con un impacto ambiental nulo.Noticia Relacionada estandar No El sector alimentario exprime la innovación para sorprender con texturas y sabores nunca vistos Belén Rodrigo Nanotecnología, IA, técnicas físicas emergentes, impresión 3D… La tecnología es clave para entender y dar respuesta a los nuevos gustos del consumidorEn Dapibus también trabajan el alperujo, un residuo pastoso o semisólido de la extracción de aceite de oliva, compuesto por piel, pulpa y hueso de la aceituna, junto con agua de vegetación y restos de aceite. Se trata de un subproducto de las almazaras, y aunque presenta retos medioambientales, se utiliza para producir energía, compost y como alimento animal. «Todo esto lo hacemos con un impacto mucho menor comparado con la producción de otras proteínas tradicionales y sin generar residuos porque aprovechamos todo en el proceso», asegura Alex Segura, CEO y cofundador de de Dapibus.De la larva de la mosca negra soldado lo aprovechan todo. En el proceso de engorde, pasteurizan su defecación para eliminar patógenos que convierten en pellets para abono orgánico en la agricultura ecológica . La biotecnológica también ha empezado a realizar pruebas con las grasas que genera el proceso, convertidas en un aceite que por encima de los 28 grados es líquido y tiene buenas propiedades como biocarburante. «Ya hemos realizado las primeras pruebas y tenemos ofertas de empresas que refinan el aceite para biocarburantes», señala Segura.Tanto el proceso biológico como el industrial de Dapibus está automatizado, de modo que se puede escalar y llegar a construir plantas mucho más grandes «que permitan rebajar costes, ser más eficientes y competitivos», apunta el CEO de la compañía. La incorporación de herramientas avanzadas como el análisis de datos, inteligencia artificial , biología y un control preciso de parámetros ha permitido optimizar el engorde de las larvas y mejorar la calidad de los productos obtenidos. Además, aspiran a diferenciarse con productos de mejor calidad y vías de negocio más cualitativas. Para lograrlo, colaboran con centros de I+D como el Barcelona Supercomputing Center, la Universidad Francisco Vitoria y el IQS con el objetivo de obtener aplicaciones veterinarias, en cosmética y el sector farmacéutico,Segura añade que con la planta de Abrera, que ahora trabaja al máximo rendimiento en un solo turno, pero que se puede ampliar hasta completar cinco turnos, «no solo avanzamos en la producción de proteínas alternativas de manera más eficiente, sino que lideramos una transformación hacia un modelo industrial más sostenible. Este centro –añade– demuestra cómo la innovación puede ser la respuesta a los retos medioambientales, cerrando el ciclo de los residuos y ofreciendo soluciones que contribuyen a un futuro más responsable».
La pionera fábrica de Dapibus utiliza larvas para convertir residuos del sector alimentario en proteínas para animales, aceite y fertilizantes orgánicos
Las abejas son unos insectos esenciales para la alimentación humana. Más allá de la producción de miel, su trabajo polinizador resulta infinitamente mayor por su contribución a los cultivos agrícolas. Aunque económicamente resulte invisible, Greenpeace calcula que la aportación de las abejas a la humanidad supone un impacto de unos 265.000 millones de euros anuales en el mundo. Otros insectos, como la larva Black Soldier Fly (mosca negra soldado), se utilizan como ‘obreras’ en la transformación industrial de residuos en recursos como una solución innovadora de economía circular en la producción de harina proteica para la alimentación animal, fertilizante orgánico y aceite que puede utilizarse como biocarburante y, pronto, también podría destinarse como componente en cosmética y medicamentos.
Dapibus, que en latín significa proteína, es el nombre del mayor centro de biotransformación circular automatizado de España. Con una planta de 3.000 metros cuadrados de superficie situada en Abrera (Barcelona), procesa más de 17.000 toneladas de residuos procedentes de la industria agroalimentaria. Se trata principalmente de vegetales (frutas y verduras), pero también lácteos, pan y bollería que sirve como dieta de engorde de larvas durante once días antes de procesarlas para convertirlas en harinas y grasa destinada a la alimentación animal, tanto de compañía (petfood) como para granjas de engorde de porcino, avicultura y piscifactorías del sector de la acuicultura.
La larva Black Soldier Fly desempeña un papel fundamental en los procesos de biotransformación por su capacidad natural para convertir residuos orgánicos en productos de alto valor añadido. Además, contribuye a cerrar el ciclo y fomenta la economía circular con menos agua y espacio que otras fuentes de proteína animal, ya que su sistema digestivo es tan eficiente que puede descomponer en pocos días una amplia variedad de subproductos que representan un desafío para la industria alimentaria, sin necesidad de químicos y con un impacto ambiental nulo.
En Dapibus también trabajan el alperujo, un residuo pastoso o semisólido de la extracción de aceite de oliva, compuesto por piel, pulpa y hueso de la aceituna, junto con agua de vegetación y restos de aceite. Se trata de un subproducto de las almazaras, y aunque presenta retos medioambientales, se utiliza para producir energía, compost y como alimento animal. «Todo esto lo hacemos con un impacto mucho menor comparado con la producción de otras proteínas tradicionales y sin generar residuos porque aprovechamos todo en el proceso», asegura Alex Segura, CEO y cofundador de de Dapibus.
De la larva de la mosca negra soldado lo aprovechan todo. En el proceso de engorde, pasteurizan su defecación para eliminar patógenos que convierten en pellets para abono orgánico en la agricultura ecológica. La biotecnológica también ha empezado a realizar pruebas con las grasas que genera el proceso, convertidas en un aceite que por encima de los 28 grados es líquido y tiene buenas propiedades como biocarburante. «Ya hemos realizado las primeras pruebas y tenemos ofertas de empresas que refinan el aceite para biocarburantes», señala Segura.
Tanto el proceso biológico como el industrial de Dapibus está automatizado, de modo que se puede escalar y llegar a construir plantas mucho más grandes «que permitan rebajar costes, ser más eficientes y competitivos», apunta el CEO de la compañía. La incorporación de herramientas avanzadas como el análisis de datos, inteligencia artificial, biología y un control preciso de parámetros ha permitido optimizar el engorde de las larvas y mejorar la calidad de los productos obtenidos. Además, aspiran a diferenciarse con productos de mejor calidad y vías de negocio más cualitativas. Para lograrlo, colaboran con centros de I+D como el Barcelona Supercomputing Center, la Universidad Francisco Vitoria y el IQS con el objetivo de obtener aplicaciones veterinarias, en cosmética y el sector farmacéutico,
Segura añade que con la planta de Abrera, que ahora trabaja al máximo rendimiento en un solo turno, pero que se puede ampliar hasta completar cinco turnos, «no solo avanzamos en la producción de proteínas alternativas de manera más eficiente, sino que lideramos una transformación hacia un modelo industrial más sostenible. Este centro –añade– demuestra cómo la innovación puede ser la respuesta a los retos medioambientales, cerrando el ciclo de los residuos y ofreciendo soluciones que contribuyen a un futuro más responsable».
RSS de noticias de economia