Las finanzas embebidas están ganando peso en España. En la práctica consisten en integrar pagos, créditos o seguros dentro de aplicaciones que la gente ya utiliza a diario, sin necesidad de acudir al banco. Este modelo se perfila como una de las palancas de crecimiento del sector en Europa y podría mover unos 80.000 millones de euros en 2030, según cálculos de KPMG. No parece un experimento pasajero, sino un cambio profundo en la forma en que empresas y consumidores se relacionan con el dinero.Desde la banca, Carmela Gómez, responsable de ‘embedded finance’ en BBVA, identifica en esta tendencia una vía para reforzar su posición en la economía digital. Señala que la incorporación de transferencias, seguros o incluso cuentas dentro de webs y aplicaciones responde al giro de los usuarios hacia hábitos más digitales. Gómez subraya además que «este modelo hace que las soluciones financieras aparezcan justo cuando se necesitan y que, gracias al análisis de datos, puedan ofrecerse de forma cada vez más personalizada y fluida».En el ámbito de las oportunidades, Francisco de Matías, director en Financial Services –Strategy de KPMG en España, destaca que la banca embebida sitúa a las entidades más cerca de particulares y empresas en el momento de demandar un producto, lo que eleva la conversión. «La distribución de productos financieros a través de terceros no es nueva, pero la tecnología actual permite una mayor integración en la propuesta de valor y procesos de estos distribuidores», recuerda. Así, la banca tradicional «abre nuevas vías de ingresos, diversifica riesgos y amplía su alcance en mercados menos consolidados», añade de Matías.Noticia Relacionada estandar No La banca también sufre la falta de ‘liquidez de talento’ en su vertiginosa transformación digital Adrián Espallargas Arquitectos de software, científicos de datos, expertos en ciberseguridad… la innovación ha cambiado los perfiles que busca un sector obligado a ser más flexible para reforzar su atractivoDesde fuentes del Santander sostienen que las finanzas embebidas se están consolidando como una ocasión inmejorable para la banca tradicional. Permiten abrir canales digitales de distribución y ganar capilaridad, a la vez que refuerzan la oferta mediante alianzas con compañías líderes en distintos sectores. De este modo, enriquecen los modelos de datos para conocer mejor al cliente y anticipar tendencias, y facilitan ensayar nuevos negocios con menor coste, sin necesidad de crear estructuras propias desde cero.En el plano internacional, Jon Zubizarreta, responsable de estrategia y consultoría para entidades financieras en Accenture, describe un escenario desigual. Europa, Estados Unidos y China muestran un grado notable de madurez. En cambio, Latinoamérica avanza con ritmos más irregulares, aunque sin detenerse. Señala además que el fenómeno no consiste solo en añadir servicios financieros en plataformas digitales, «sino en transformar las relaciones de negocio y convertir estas soluciones en un motor de desarrollo económico para empresas, socios y clientes».Lejos de los referentesEspaña está avanzando en este terreno, aunque todavía por detrás de otros mercados, apuntan desde el Santander. El principal referente es Estados Unidos, con gigantes tecnológicos como Amazon, Apple o Google y un banking-as-a-service ya consolidado. También China lleva ventaja gracias a sus superapps. En Europa, Reino Unido, Alemania y los países nórdicos mantienen una adopción más rápida que sitúa a España un paso atrás, dicen desde el banco.Zubizarreta, por su parte, advierte además que el sector «vive una auténtica ebullición». Explica que grandes corporaciones se han convertido en hubs financieros y no financieros, integrando desde financiación hasta asesoramiento en riesgos. En su opinión, «fenómenos como el BNPL, los microseguros o los pagos invisibles están acelerando el cambio». Añade que el potencial es extraordinario y que informes de mercado calculan que el volumen podría superar los 125.000 millones de dólares en 2025, con crecimientos superiores al 20% anual durante la próxima década.La fragmentación de sistemas y la falta de estándares comunes frenan la escalabilidad digitalY en paralelo, el potencial de crecimiento empieza a notarse en sectores concretos. Xochitl González, directora de marketing de Oney, explica que «las finanzas embebidas no se restringen a una industria, sino que buscan integrar financiación y pagos en la experiencia de consumo, de forma natural y sin fricciones. Señala que retail, movilidad, turismo o seguros ya incorporan este modelo, aunque el alcance es prácticamente universal». Otras cuestiones que destaca son el impacto en la relación bancaria, que pasa a dar más autonomía al cliente en sus decisiones. «El mercado de finanzas embebidas se encuentra en una fase de crecimiento acelerado», afirma Yoann Artus, director general de Alan en España. Para evidenciar esas expectativas, cita un estudio de Lightyear Capital que proyecta un salto de 22.500 millones de euros en 2020 a 230.000 millones de euros en 2025.Artus también comenta un escenario de transformación en la competencia entre banca tradicional y fintechs, ya que las finanzas embebidas dejan atrás el pulso directo entre ambos para dar paso a un ecosistema distinto. En este nuevo marco, «no gana el que más presencia tenga, sino quien logre ofrecer la experiencia más integrada y sin fricciones al usuario final», afirma.DesafíosSi el potencial de las finanzas embebidas es evidente, también lo son los obstáculos que acompañan su desarrollo. Para Gómez, de BBVA, se resumen en tres retos. El primero, gestionar los datos de forma responsable y con consentimiento expreso. El segundo, contar con marcos regulatorios que aseguren transparencia y seguridad. Y el tercero, colaborar con empresas no financieras para adaptar productos a nuevas experiencias de cliente fuera del entorno bancario tradicional.El análisis de datos permite que estas operaciones sean cada vez más fluidas y personalizadasPor su parte, De Matías, de KPMG, coincide en que los bancos afrontan grandes desafíos, pero pone el acento en otros frentes. Habla de la necesidad de definir un posicionamiento claro, bien como marca propia o como proveedor en la sombra, y advierte de que «el verdadero examen llegará en el plano tecnológico, con arquitecturas abiertas que permitan integrarse con terceros».Hay además otros retos, que según Ignacio Núñez García, socio responsable de pagos en NTT Data, van más allá de lo regulatorio y se sitúan en el plano tecnológico y cultural. Para este experto, la fragmentación de sistemas y la falta de estándares comunes frenan la escalabilidad digital. «Por último, y creo que el más difícil, es el reto de adopción, confianza y cultura. Con diferencias de hábitos, resistencia de algunos actores ya establecidos. Este es difícil de superar si no se ofrece un beneficio claro y sencillo», indica.Pao decisivoLas finanzas embebidas, en definitiva, suponen dar un paso real hacia la unificación bancaria europea, apunta Núñez García. Hasta ahora los avances habían sido más normativos que prácticos, con iniciativas como PSD2 o SEPA, pero la experiencia de pago sigue fragmentada. Así, este impulso refuerza la solidez de la Unión Europeo frente a actores externos y puede servir de modelo para otros servicios paneuropeos, desde el onboarding digital hasta el crédito al consumo, destaca el experto. Las finanzas embebidas están ganando peso en España. En la práctica consisten en integrar pagos, créditos o seguros dentro de aplicaciones que la gente ya utiliza a diario, sin necesidad de acudir al banco. Este modelo se perfila como una de las palancas de crecimiento del sector en Europa y podría mover unos 80.000 millones de euros en 2030, según cálculos de KPMG. No parece un experimento pasajero, sino un cambio profundo en la forma en que empresas y consumidores se relacionan con el dinero.Desde la banca, Carmela Gómez, responsable de ‘embedded finance’ en BBVA, identifica en esta tendencia una vía para reforzar su posición en la economía digital. Señala que la incorporación de transferencias, seguros o incluso cuentas dentro de webs y aplicaciones responde al giro de los usuarios hacia hábitos más digitales. Gómez subraya además que «este modelo hace que las soluciones financieras aparezcan justo cuando se necesitan y que, gracias al análisis de datos, puedan ofrecerse de forma cada vez más personalizada y fluida».En el ámbito de las oportunidades, Francisco de Matías, director en Financial Services –Strategy de KPMG en España, destaca que la banca embebida sitúa a las entidades más cerca de particulares y empresas en el momento de demandar un producto, lo que eleva la conversión. «La distribución de productos financieros a través de terceros no es nueva, pero la tecnología actual permite una mayor integración en la propuesta de valor y procesos de estos distribuidores», recuerda. Así, la banca tradicional «abre nuevas vías de ingresos, diversifica riesgos y amplía su alcance en mercados menos consolidados», añade de Matías.Noticia Relacionada estandar No La banca también sufre la falta de ‘liquidez de talento’ en su vertiginosa transformación digital Adrián Espallargas Arquitectos de software, científicos de datos, expertos en ciberseguridad… la innovación ha cambiado los perfiles que busca un sector obligado a ser más flexible para reforzar su atractivoDesde fuentes del Santander sostienen que las finanzas embebidas se están consolidando como una ocasión inmejorable para la banca tradicional. Permiten abrir canales digitales de distribución y ganar capilaridad, a la vez que refuerzan la oferta mediante alianzas con compañías líderes en distintos sectores. De este modo, enriquecen los modelos de datos para conocer mejor al cliente y anticipar tendencias, y facilitan ensayar nuevos negocios con menor coste, sin necesidad de crear estructuras propias desde cero.En el plano internacional, Jon Zubizarreta, responsable de estrategia y consultoría para entidades financieras en Accenture, describe un escenario desigual. Europa, Estados Unidos y China muestran un grado notable de madurez. En cambio, Latinoamérica avanza con ritmos más irregulares, aunque sin detenerse. Señala además que el fenómeno no consiste solo en añadir servicios financieros en plataformas digitales, «sino en transformar las relaciones de negocio y convertir estas soluciones en un motor de desarrollo económico para empresas, socios y clientes».Lejos de los referentesEspaña está avanzando en este terreno, aunque todavía por detrás de otros mercados, apuntan desde el Santander. El principal referente es Estados Unidos, con gigantes tecnológicos como Amazon, Apple o Google y un banking-as-a-service ya consolidado. También China lleva ventaja gracias a sus superapps. En Europa, Reino Unido, Alemania y los países nórdicos mantienen una adopción más rápida que sitúa a España un paso atrás, dicen desde el banco.Zubizarreta, por su parte, advierte además que el sector «vive una auténtica ebullición». Explica que grandes corporaciones se han convertido en hubs financieros y no financieros, integrando desde financiación hasta asesoramiento en riesgos. En su opinión, «fenómenos como el BNPL, los microseguros o los pagos invisibles están acelerando el cambio». Añade que el potencial es extraordinario y que informes de mercado calculan que el volumen podría superar los 125.000 millones de dólares en 2025, con crecimientos superiores al 20% anual durante la próxima década.La fragmentación de sistemas y la falta de estándares comunes frenan la escalabilidad digitalY en paralelo, el potencial de crecimiento empieza a notarse en sectores concretos. Xochitl González, directora de marketing de Oney, explica que «las finanzas embebidas no se restringen a una industria, sino que buscan integrar financiación y pagos en la experiencia de consumo, de forma natural y sin fricciones. Señala que retail, movilidad, turismo o seguros ya incorporan este modelo, aunque el alcance es prácticamente universal». Otras cuestiones que destaca son el impacto en la relación bancaria, que pasa a dar más autonomía al cliente en sus decisiones. «El mercado de finanzas embebidas se encuentra en una fase de crecimiento acelerado», afirma Yoann Artus, director general de Alan en España. Para evidenciar esas expectativas, cita un estudio de Lightyear Capital que proyecta un salto de 22.500 millones de euros en 2020 a 230.000 millones de euros en 2025.Artus también comenta un escenario de transformación en la competencia entre banca tradicional y fintechs, ya que las finanzas embebidas dejan atrás el pulso directo entre ambos para dar paso a un ecosistema distinto. En este nuevo marco, «no gana el que más presencia tenga, sino quien logre ofrecer la experiencia más integrada y sin fricciones al usuario final», afirma.DesafíosSi el potencial de las finanzas embebidas es evidente, también lo son los obstáculos que acompañan su desarrollo. Para Gómez, de BBVA, se resumen en tres retos. El primero, gestionar los datos de forma responsable y con consentimiento expreso. El segundo, contar con marcos regulatorios que aseguren transparencia y seguridad. Y el tercero, colaborar con empresas no financieras para adaptar productos a nuevas experiencias de cliente fuera del entorno bancario tradicional.El análisis de datos permite que estas operaciones sean cada vez más fluidas y personalizadasPor su parte, De Matías, de KPMG, coincide en que los bancos afrontan grandes desafíos, pero pone el acento en otros frentes. Habla de la necesidad de definir un posicionamiento claro, bien como marca propia o como proveedor en la sombra, y advierte de que «el verdadero examen llegará en el plano tecnológico, con arquitecturas abiertas que permitan integrarse con terceros».Hay además otros retos, que según Ignacio Núñez García, socio responsable de pagos en NTT Data, van más allá de lo regulatorio y se sitúan en el plano tecnológico y cultural. Para este experto, la fragmentación de sistemas y la falta de estándares comunes frenan la escalabilidad digital. «Por último, y creo que el más difícil, es el reto de adopción, confianza y cultura. Con diferencias de hábitos, resistencia de algunos actores ya establecidos. Este es difícil de superar si no se ofrece un beneficio claro y sencillo», indica.Pao decisivoLas finanzas embebidas, en definitiva, suponen dar un paso real hacia la unificación bancaria europea, apunta Núñez García. Hasta ahora los avances habían sido más normativos que prácticos, con iniciativas como PSD2 o SEPA, pero la experiencia de pago sigue fragmentada. Así, este impulso refuerza la solidez de la Unión Europeo frente a actores externos y puede servir de modelo para otros servicios paneuropeos, desde el onboarding digital hasta el crédito al consumo, destaca el experto.
Las finanzas embebidas están ganando peso en España. En la práctica consisten en integrar pagos, créditos o seguros dentro de aplicaciones que la gente ya utiliza a diario, sin necesidad de acudir al banco. Este modelo se perfila como una de las palancas de … crecimiento del sector en Europa y podría mover unos 80.000 millones de euros en 2030, según cálculos de KPMG. No parece un experimento pasajero, sino un cambio profundo en la forma en que empresas y consumidores se relacionan con el dinero.
Desde la banca, Carmela Gómez, responsable de ‘embedded finance’ en BBVA, identifica en esta tendencia una vía para reforzar su posición en la economía digital. Señala que la incorporación de transferencias, seguros o incluso cuentas dentro de webs y aplicaciones responde al giro de los usuarios hacia hábitos más digitales. Gómez subraya además que «este modelo hace que las soluciones financieras aparezcan justo cuando se necesitan y que, gracias al análisis de datos, puedan ofrecerse de forma cada vez más personalizada y fluida».
En el ámbito de las oportunidades, Francisco de Matías, director en Financial Services –Strategy de KPMG en España, destaca que la banca embebida sitúa a las entidades más cerca de particulares y empresas en el momento de demandar un producto, lo que eleva la conversión. «La distribución de productos financieros a través de terceros no es nueva, pero la tecnología actual permite una mayor integración en la propuesta de valor y procesos de estos distribuidores», recuerda. Así, la banca tradicional «abre nuevas vías de ingresos, diversifica riesgos y amplía su alcance en mercados menos consolidados», añade de Matías.
Desde fuentes del Santander sostienen que las finanzas embebidas se están consolidando como una ocasión inmejorable para la banca tradicional. Permiten abrir canales digitales de distribución y ganar capilaridad, a la vez que refuerzan la oferta mediante alianzas con compañías líderes en distintos sectores. De este modo, enriquecen los modelos de datos para conocer mejor al cliente y anticipar tendencias, y facilitan ensayar nuevos negocios con menor coste, sin necesidad de crear estructuras propias desde cero.
En el plano internacional, Jon Zubizarreta, responsable de estrategia y consultoría para entidades financieras en Accenture, describe un escenario desigual. Europa, Estados Unidos y China muestran un grado notable de madurez. En cambio, Latinoamérica avanza con ritmos más irregulares, aunque sin detenerse. Señala además que el fenómeno no consiste solo en añadir servicios financieros en plataformas digitales, «sino en transformar las relaciones de negocio y convertir estas soluciones en un motor de desarrollo económico para empresas, socios y clientes».
Lejos de los referentes
España está avanzando en este terreno, aunque todavía por detrás de otros mercados, apuntan desde el Santander. El principal referente es Estados Unidos, con gigantes tecnológicos como Amazon, Apple o Google y un banking-as-a-service ya consolidado. También China lleva ventaja gracias a sus superapps. En Europa, Reino Unido, Alemania y los países nórdicos mantienen una adopción más rápida que sitúa a España un paso atrás, dicen desde el banco.
Zubizarreta, por su parte, advierte además que el sector «vive una auténtica ebullición». Explica que grandes corporaciones se han convertido en hubs financieros y no financieros, integrando desde financiación hasta asesoramiento en riesgos. En su opinión, «fenómenos como el BNPL, los microseguros o los pagos invisibles están acelerando el cambio». Añade que el potencial es extraordinario y que informes de mercado calculan que el volumen podría superar los 125.000 millones de dólares en 2025, con crecimientos superiores al 20% anual durante la próxima década.
La fragmentación de sistemas y la falta de estándares comunes frenan la escalabilidad digital
Y en paralelo, el potencial de crecimiento empieza a notarse en sectores concretos. Xochitl González, directora de marketing de Oney, explica que «las finanzas embebidas no se restringen a una industria, sino que buscan integrar financiación y pagos en la experiencia de consumo, de forma natural y sin fricciones. Señala que retail, movilidad, turismo o seguros ya incorporan este modelo, aunque el alcance es prácticamente universal». Otras cuestiones que destaca son el impacto en la relación bancaria, que pasa a dar más autonomía al cliente en sus decisiones.
«El mercado de finanzas embebidas se encuentra en una fase de crecimiento acelerado», afirma Yoann Artus, director general de Alan en España. Para evidenciar esas expectativas, cita un estudio de Lightyear Capital que proyecta un salto de 22.500 millones de euros en 2020 a 230.000 millones de euros en 2025.
Artus también comenta un escenario de transformación en la competencia entre banca tradicional y fintechs, ya que las finanzas embebidas dejan atrás el pulso directo entre ambos para dar paso a un ecosistema distinto. En este nuevo marco, «no gana el que más presencia tenga, sino quien logre ofrecer la experiencia más integrada y sin fricciones al usuario final», afirma.
Desafíos
Si el potencial de las finanzas embebidas es evidente, también lo son los obstáculos que acompañan su desarrollo. Para Gómez, de BBVA, se resumen en tres retos. El primero, gestionar los datos de forma responsable y con consentimiento expreso. El segundo, contar con marcos regulatorios que aseguren transparencia y seguridad. Y el tercero, colaborar con empresas no financieras para adaptar productos a nuevas experiencias de cliente fuera del entorno bancario tradicional.
El análisis de datos permite que estas operaciones sean cada vez más fluidas y personalizadas
Por su parte, De Matías, de KPMG, coincide en que los bancos afrontan grandes desafíos, pero pone el acento en otros frentes. Habla de la necesidad de definir un posicionamiento claro, bien como marca propia o como proveedor en la sombra, y advierte de que «el verdadero examen llegará en el plano tecnológico, con arquitecturas abiertas que permitan integrarse con terceros».
Hay además otros retos, que según Ignacio Núñez García, socio responsable de pagos en NTT Data, van más allá de lo regulatorio y se sitúan en el plano tecnológico y cultural. Para este experto, la fragmentación de sistemas y la falta de estándares comunes frenan la escalabilidad digital. «Por último, y creo que el más difícil, es el reto de adopción, confianza y cultura. Con diferencias de hábitos, resistencia de algunos actores ya establecidos. Este es difícil de superar si no se ofrece un beneficio claro y sencillo», indica.
Pao decisivo
Las finanzas embebidas, en definitiva, suponen dar un paso real hacia la unificación bancaria europea, apunta Núñez García. Hasta ahora los avances habían sido más normativos que prácticos, con iniciativas como PSD2 o SEPA, pero la experiencia de pago sigue fragmentada. Así, este impulso refuerza la solidez de la Unión Europeo frente a actores externos y puede servir de modelo para otros servicios paneuropeos, desde el onboarding digital hasta el crédito al consumo, destaca el experto.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de economia