Charlie Kirk, el activista conservador y estrecho aliado de Donald Trump asesinado este miércoles en un acto público en una universidad a las afueras de Salt Lake City (Utah), descubrió pronto su pasión por la política y por los valores de la derecha.
El comentarista era uno de los aliados más estrechos de Trump y fue clave en el triunfo electoral que lo devolvió a la Casa Blanca
El comentarista era uno de los aliados más estrechos de Trump y fue clave en su regreso a la Casa Blanca


Charlie Kirk, el activista conservador y estrecho aliado de Donald Trump asesinado este miércoles en un acto público en una universidad a las afueras de Salt Lake City (Utah), descubrió pronto su pasión por la política y por los valores de la derecha.
Fue en 2010, durante su penúltimo año de secundaria. Tenía 17 años y vivía en un suburbio de Chicago cuando se apuntó como voluntario para la campaña al Senado de los Estados Unidos del republicano de Illinois Mark Kirk, con el que no tenía relación familiar. Al año siguiente, escribió para la web ultra Breitbart News, fundada por Steve Bannon, un texto en el que denunciaba el sesgo progresista en los libros de texto escolares. Esa postura, insólita para un muchacho de su edad, llamo la atención de Fox News, la institución conservadora que más ha definido la vida estadounidense de los últimos tiempos.
Kirk se convertiría en toda una referencia en la cadena televisiva que más ha hecho por propulsar la carrera de Donald Trump. La noticia de su muerte la dio a eso de las 17:00 (hora de Washington) un locutor compungido que se definió como su “amigo”.
Su primera intervención en Fox ya contenía los principales elementos de la huella que Kirk, fallecido a los 31 años, dejó en el conservadurismo estadounidense: la de una voz clave en el proselitismo juvenil en el movimiento MAGA (Make America Great Again).
Poco después de aquel estreno, Kirk fundo Turning Point USA (TPUSA), una organización sin ánimo de lucro, generosamente financiada por hombres poderosos y entonces decididamente original: un lugar en el que los jóvenes podían dar rienda suelta a sus pasiones conservadoras a una edad en la que la mayoría profesa pasiones más bien progresistas. En el triunfo de Trump el pasado mes de noviembre, ese voto joven fue esencial, y a Kirk se debe en buena medida de haber establecido el caldo de cultivo necesario durante los últimos 15 años con un movimiento de base, que iba de campus en campus, lugares como ese en el que este miércoles perdió la vida, buscando nuevos adeptos para la causa MAGA con argumentos anti-woke.
El trabajo más importante de Turning Point se ha desarrollado en esos campus. La organización, fundada en 2012 y que ha llegado a manejar recursos hasta por 40 millones de dólares, dice tener al menos 1.400 capítulos en diferentes universidades de Estados Unidos. Estos ayudan a impulsar una agenda basada en el libre mercado y en reducir el tamaño del Gobierno. Kirk, quien ha sido señalado por comentarios antisemitas, enfocó en 2021 la misión de la asociación en la guerra cultural que se libra en varios Estados contra la agenda progresista o woke. Desde entonces también avanza la ideología del nacionalismo populista y evangélico.
Paradójicamente, su meteórico ascenso en los círculos republicanos le hizo abandonar la universidad antes de terminarla.
Kirk estaba casado con Erika Frantzve, de 36 años, ambos tenía dos hijos y profesaban la fe cristiana. Tras conocer la noticia del disparo de su marido, Frantzve posteó en su cuenta de X un pasaje de la Biblia.
La madre de Kirk trabaja en consejera de salud mental. Su padre, arquitecto. Ambos le sobreviven.
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Sobre la firma

Es corresponsal jefe de EL PAÍS en EE UU. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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